Asombrosos contrastes

En el Este de Islandia, el visitante se sorprenderá por la variedad y los contrastes del paisaje. Aquí encontrará desde impresionantes fiordos hasta simpáticos y tranquilos pueblos pesqueros, desde fértiles y boscosos valles hasta fenómenos geológicos únicos. Y como telón de fondo, impresionantes montañas y – más allá – el glaciar Vatnajökull.

Para el turista activo hay espléndidas rutas de senderismo a través de verdes valles y a lo largo de altas sierras, tanto para los que optan por excursiones cortas como para los senderistas apasionados que prefieren seguir durante días e incluso semanas. Los Fiordos del Este constituyen un magnífico paisaje de fiordos largos y estrechos, montañas escarpadas y picos recortados. Ésta es, geológicamente, una de las zonas más antiguas del país, esculpida por los glaciares de la edad de hielo. La acción glacial dejó a la vista las bolsas de magma que se encontraban a 3 km de profundidad donde se habían formado vacuolas rellenas de zeolitas. Estas hermosas rocas se pueden apreciar a lo largo del litoral, por ejemplo en Teigarhorn. A poca distancia de la costa hay islas que se pueden visitar en barco.

Para la gente que se interese por la cultura y la diversión, una visita al Este de Islandia será muy gratificante. En verano, se celebra como mínimo un acontecimiento festivo por semana, del más variado temario: historia, música, golf, arte, senderismo, arte para y por los jóvenes, amor, pesca – ¡cualquier cosa!

En los Fiordos del Este hay numerosos puertos naturales, que dieron lugar, a finales del s. XIX, al nacimiento de varios núcleos de población; la mayoría persiste todavía. Estos municipios tienen un encanto especial, subrayado por festejos anuales. Varios museos de los Fiordos testimonian diferentes aspectos de la historia local: La II Guerra Mundial, la época de los pescadores franceses en aguas islandesas hace un siglo, u obras de arte y útiles tecnológicos. Otras exposiciones ponen el acento en la naturaleza, los bellos minerales de la región y los renos que deambulan por las tierras altas del Este.

En pocas partes de Islandia, el hombre percibe tan nítidamente su pequeñez como en las proximidades de Vatnajökull, el mayor glaciar de Europa. Aquí todo es a lo grande: los grandes casquetes glaciales recortados contra el cielo, las ciclópeas montañas y las huellas de las fuerzas telúricas debajo.

Pero no es sólo esta belleza titánica y escarpada lo que fascina. En sitios como Lónsöræfi, Borgarfjörður eystri, etc. el paisaje despliega una paleta extraordinaria de colores. En el reino de Vatnajökull, la tierra es más verde, el glaciar más blanco, las arenas volcánicas más negras que en ningún otro lugar. Este entorno de otros mundos se ha convertido en escenario popular para las productoras de cine y publicidad internacionales.

La fauna aviar del Suroeste es muy rica. Es aquí donde la mayoría de las aves migratorias llegan, además de numerosas especies erráticas desviadas desde la Europa continental.

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Major towns

Egilsstaðir, Seyðisfjörður and Fjarðabyggð

Regional airports

Egilsstaðir, Hornafjörður and Vopnafjörður

Major attractions

Bustarfell, Vatnajökull, Hengifoss, Skriðuklaustur, Lagarfljót, Eiðar, Hallormsstaðaskógur, Djúpivogur and Borgarfjörður eystri

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Otra Regiones

Reikiavik

Sean cuales sean sus intereses, Reikiavik tiene algo que ofrecerle. Tanto si busca la ajetreada energía de una ciudad cosmopolita, como la vibrante energía termal de la tierra bajo sus pies, o la tranquila y verde energía del paisaje que rodea la ciudad, la visita a Reikiavik promete ser memorable. 

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El Oeste

En el Oeste y los Fiordos del Oeste se palpa la historia geológica de Islandia, desde su creación, hace 15–16 millones de años, hasta la colonización en el s. IX, cuando la actividad volcánica cesó en la zona. Las rocas más antiguas están en Kögur y las más jóvenes al fondo de Borgarfjörður.

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Fiordos del Oeste

Aún más al norte, se encuentran los Fiordos del Oeste, la región más salvaje y menos poblada del país, a excepción del centro. Su acantilados verticales como el Látrabjarg (444 m.) —el “Finisterre” de Europa— y el Hornbjarg (534 m.) quitan el aliento. Impresionante de contemplar es el salto de Dynjandi cuyas aguas parecen lamer el flanco de la montaña.

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